Mi pequeño taller.
No se como he tardado tanto en tener uno. Quizás fuera el vértigo por lo que representa -"eh, que esto va en serio!"- o el autoengaño -"con esto ya me apaño"-, pero ahora, un vez que ya me he tirado a la piscina, me siento muy feliz.
Evidentemente un taller es un gasto que en está por encima de mis posibilidades, pero quien tiene un hermano tiene un tesoro (¡yo tengo dos!) y el mio, además, tiene un local que me "alquila" a precio de hermana pequeña.
No es un palacio, y me encantaría reformarlo entero, pero con cuatro muebles y mi mesa de joyera nueva (si, esa que parece que tenga 200 años) yo me siento como en casa.
Además así tengo un espacio donde puedo ver mis piezas y no tenerlas escondidas en cajas.
¿Que os parece?. Si estáis por Barcelona os podéis pasar cuando os apetezca:
C/ Escocia 83 bajos. ¡Si hasta tengo timbre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario